lunes, 12 de diciembre de 2016

DIA 10 - EMPEZAR A MORIR



DIA 10 (12 Dic): EMPEZAR A MORIR (Spitzcoppe - Cape Cross - Swacopmund (Namibia))  445 km.



Sonrisas y Lágrimas, Capítulo Final: "Nacer es empezar a morir..." (Quevedo)

Despertarme en Spitzkoppe parecía una muy buena manera de empezar el día, pero al marchar me ha dado por darle la vuelta a la montaña por detrás y las trampas de arena de las pistas me han provocado una buena sudada para nada.



Ya en el asfalto, pillo la Transkalahari Highway, carretera que une Namibia, Botswana y Sudáfrica a través del desierto del Kalahari, aunque cuanto más me acerco hacia la costa en realidad ya es el desierto del Namib. De repente el sol se difumina tras la niebla y la temperatura baja 10 grados. Así me recibe Swarcopmund, una población costera de veraneo puramente alemana que de repente me traslada a plena Europa. 

Ya hace un par de días que la presencia de blancos es general y no sólo ya en puestos aventajados (empresarios, ricos, etc), sino en formatos más rurales (campesinos con furgonetas destartaladas) o incluso empleados básicos de las gasolineras trabajando al lado e incluso bajo el mando de gente negra.

A las puertas de Swarcopmund empieza el desierto del Namib


Me dispongo a hacer un subeybaja de unos 250 km en total para ir a ver la colonia de focas (lobos marinos en realidad). Recuerdo cuando en el viaje del 2012 entre Panamá y Alaska visité el puerto de San Francisco (Pier 39) donde hay una pequeña colonia simpática también. 

A pesar del frío y el viento no tardo en llegar a Cape Cross con toda la ilusión. 



Solo llegar al aparcamiento tres cosas me sobresaltan: la primera un hedor nauseabundo que iría a peor al acercarte a las decenas de miles (!) de focas, la segunda el hecho de que las focas están por todas partes a tocar, literalmente, los coches y la gente si quieres. Yo he acariciado (con cuidado porque tienen fuertes dientes) a varias pequeñas y a alguna grande (que se pasan el rato tiradas al sol y subidas o retozando en las piedras). Y la tercera, y que me ha dejado tocado y hundido, la presencia ya en el mismo parking, pero luego masivamente más allá, de cientos de focas muertas, casi todas bebés cuya putrefacción sin duda contribuía a a aquel olor tan horrendo.

La verdad es que tenías que mirar de no pisar ningún cadáver al aparcar, y luego evitarlos pasando sobre ellos incluso en la pasarela peatonal preparada para sacar las fotos. Yo había buscado información y leído crónicas de gente que ha estado aquí y no recuerdo que nadie hablara de ello... yo sí lo voy a hacer (ya sabéis que no me callo nada) al menos para que si un día vengáis aquí estéis preparados. Yo no lo estaba y lo he pagado caro...








Vidrio: 







Está claro que ver aquella masiva colonia (se calculan unas 100.000 ahora en diciembre en época de cría) es una experiencia casi documental, y es evidente también que la muerte está ligada a la vida indisolublemente como el Ying y el Yang, pero de verdad os digo que hay que ser muy insensible para presenciar aquella mortalidad en directo y no revolvérsete las entrañas. Yo supongo que las madres paren y llega un momento que han de marchar al mar a cazar alimento y dejan la cría en tierra esperando. Al volver una llama a la otra y se unen de nuevo. Esa es la teoría imagino. Pero encontrar a tu hija pequeña, exactamente igual de negra y pequeña que otras miles de ellas, y todas (madres e hijos) berreando a la vez, está claro que provoca que muchas de ellas no se encuentren jamás y que la cría muera de hambre, frío y desesperación. Una cosa es ver una foquita que ha muerto, pero otra muy distinta es ver a muchas de ellas como ESTÁN MURIENDO... Las ves desesperadas deambulando por todas partes, berreando (alguna se acercaba al calor de los tubos de escape de los coches), muchas de ellas se arrejuntaban unas con otras buscándose calor, comprensión y contacto mutuo, pero en algunas zonas como la pasarela peatonal donde sus madres seguro que no las encontrarán... Había alguna zona concreta donde daba la sensación que tenían montada como una guardería para ayudarse entre las madres, pero era una excepción. En la mayoría de casos aquello parecía un puto caos... No es solo que hubiera focas que sabías muertas al no moverse, sino que había muchas de ellas comidas en parte, descuartizadas, sangre y vísceras repartidas por doquier, etc. (No, no os ahorro nada, ya os dije ayer que os contaría cosas que no os gustarían...).




Esos dientes cortan como cuchillas...



Vidrio del panorama general...












He intentado hacerme el machote y aguantar el hedor sin taparme la boca como otros visitantes, y avanzar esquivando los pequeños cadáveres como si fueran hojas de árboles caídos, sin reparar demasiado en ello, pero sin darme cuenta me he descubierto a mi mismo repitiendo un mantra: "No lo entiendo, no puedo entenderlo". Pensaba cómo es posible que no haya algún empleado (se paga entrada) cuya tarea no sea no ya la de ayudar de alguna manera a que eso no pase porque la naturaleza es así, pero sí encargado de retirar al menos los cadáveres por higiene y salubridad, por decencia, por imagen, por piedad en definitiva... Me doy cuenta de que probablemente esto ya pasaba igual hace cientos de años antes que el hombre viera en ello un atractivo turístico, pero ¿no sería correcto intervenir con un poco de humanidad?









Al rato y sobrepasado tanto por la masividad de la colonia como por todas esas muertes ya evidentes y todas aquellas que se producirían inevitablemente en breve (tal vez de alguna de las focas que acaricié...), he sentido la necesidad de marchar de allí, casi de huir. He aguantado el tipo justo hasta ponerme el casco, a partir de ahí, cuando ya nadie me veía la cara, me he desmoronado y ha arrancado de mi un llanto de rabia (sí, entiendo que al final me va a quedar fama de llorón pero, francamente, tengo una edad que ya me da lo mismo).






He tenido que alejarme unos pocos kilómetros y tomar aire, pero lo cierto es que en los 125 kms del camino de regreso han sido varias las ocasiones en que volvía a visualizar aquellas pequeñas focas mirándome y chillando de hambre desesperadas y las lágrimas y los sollozos casi me impedían ver la carretera...

Siento si os estoy dando la noche pero tenía que sacármelo de dentro... 





Al volver a Swarcopmund necesitaba perspectiva, recogimiento, y me he subido a las dunas del desierto del Namib a dejar un buen rato la mirada perdida...















Sandboarders.
















Al fondo se ve como la arena del desierto llega hasta el mar.
 

Vuelvo a Swarcopmund. La verdad sea dicha es que al haber sido Namibia una colonia alemana a principio del siglo 20 los germanos han dejado aquí construcciones coloniales notables y un determinado gusto por el orden y la pulcritud que es de agradecer. Por primera vez en este viaje veo lugares con gusto y estilo. No es casualidad que a pesar de su independencia Namibia esté en realidad colonizada económicamente por los alemanes que la usan de patio de recreo... Todo está en alemán, incluyendo los nombres de las calles, letreros, periódicos, etc. 

Las casas son coloridas.


Kristall Galerie


Alte Gefängnis, la cárcel.


Edificio del 1906 Altes Amtsgericht, antiguo Tribunal de Justicia.


El precioso faro de Swarcopmund en el Muelle Viejo.



La zona del beachwalk, muy turística y agradable.




Edificio de Correos.


El famoso Jetty (pasarela al mar)






Edifici del Hotel Hohenzollern, de 1909.


Un atlante soporta el mundo a sus espaldas.



Edificio Prinzessin Rupprecht-Heim, ahora Hotel.


Estos árboles son típicos también del Norte de África, como Marruecos o Túnez.



Iglesia Evangélica Luterana neobarroca.


Centro comercial, también del mismo estilo.


La Antigua estación Ehemaline Bahnhof, ahora Hotel Swarcopmund.


Yo si eso voy a poner un poco de combustible al organismo...




Finalmente llego al hostal (Desert Sky Backpackers) a diormir por fin en la cama de la litera tras no recuerdo si trres o cuatro noches seguidas en la tienda y en el suelo de la cabaña de las Himbas...
 
 
 

Y así termina la serie de Sonrisas y Lágrimas... Ya veis que ha habido de todo y con intensidad, esta intensidad africana que te atrapa y te hace vivir al límite de los sentidos.


Acumulados en 10 días: 5.560 kms.
Hemos pasado por 5 países.

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